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NUNCA PODRÁ ACABAR


Era un domingo en la mañana y allí estaba Lucy, preparándose para lo que sería su día, con su cara inexpresiva frente al espejo. Cuatro segundos después soltó una lagrima que detuvo con uno de sus dedos al escuchar la voz de hijo que entraba al baño y le decía "Mamá ya estamos listos".

Se dirigían a un almuerzo familiar, Lucy solo miraba por la ventana del carro y aprovechaba para pensar, su hijo no dejaba de hablar de cualquier cosa que pasará por su mente, mientras que su esposo Armando tarareaba una canción llanera, al mismo instante él le tomaba la mano a Lucy. "Una familia feliz" era el pensamiento que se paseaba por la mente de Lucy, justo cuando terminaban de estacionarse.

El ambiente era muy criollo, música, niños corriendo por las áreas verdes, un grupo de hombres jugando domino y otros haciendo parrilla, mientras que las mujeres se divertían de diferentes formas, en su mayoría gracias a los comentarios que hacían de personas que no se encontraban en la reunión. Incluso Lucy que se encontraba en el sitio era víctima de ese grupo de mujeres, por su belleza, por lo joven, por venir de abajo, por pasar de no tener de comer a ser la esposa de alguien con un apellido importante. 

Evidentemente Lucy no le generaba mayor importancia a los comentarios. Su mayor preocupación era el sentimiento de cansancio que tenía, de asco y de no saber como solucionar su vida, vida que para muchos era perfecta, pero que en el fondo no lo era. Lucy vivía de apariencias, de sonrisas falsas, de decirle al mundo que su matrimonio era lo mejor que le había pasado y sobretodo que se sentía la mujer más amada del mundo. Lo único sincero dentro de ella era su amor de madre. 

Ya casi finalizando el día, Armando como todos los domingos se encontraba pasado de tragos, con unas ganas inmensa de su mujer, Lucy. Que ella se portará como él esperaba en la intimidad, era lo que esperaba. De un momento a otro se le acercó para insinuarle sus ganas y  su deseo de irse a casa, para así lograr lo que el tanto necesitaba. 

Lucy nuevamente tenía una mirada perdida, una cara inexpresiva, un pensamiento que le afincaba lo sucia que era, no podía dejar de sentirse como tal. Lloraba sutilmente mientras Armando estaba sobre ella a punto de acabar. En ese momento ella se decía lo mismo de siempre "Esto es la ayuda que necesita tu familia". 

Armando le brinda ayuda a los padres de Lucy, para que ellos tenga solvencia económica. Para eso Lucy debía darle noches de satisfacción a su esposo. No era mentira que ella venía de abajo, no era mentira que a veces no tenía que comer en su casa, pero ya todo eso era pasado. Ahora existía una nueva Lucy, una que no era feliz internamente pero  que sacrificó su felicidad por hacer que su mamá y su papá estuvieran un poco mejor. 

Armando completamente sudado pegaba un grito que se unió a la sensación que le producía acabar dentro de Lucy, finalmente la besó y se quitó sobre ella. Tomando un respiro para recuperar la fuerza le preguntó a su esposa "¿Acabaste?", a lo que ella contesto "No", para luego concluir Armando "NUNCA PODRÁ ACABAR".

Esta historia fue inspirada de una mujer que tomaba un café con su esposo.

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